Al principio, las armas de fuego se fabricaban usando dos
técnicas distintas:
1. Por fundición de hierro y latón que daba al cañón del arma una
característica forma de vaso, y el oído (orificio
que comunica el exterior con la recámara para permitir el encendido de la carga
de impulsión) era taladrado y abocinado con la finalidad de contener el cebo
(fogón).
2. Por la forja de hierro con la misma
técnica usada para fabricar toneles, utilizando cierto número de duelas
soldadas y martilleadas en caliente que eran reforzadas por robustos cinchos
para formar un tosco tubo férreo. Una vez que se obstruía una extremidad con
una fuerte tapa provista de un fogón, el cañón estaba listo para montarse en un
afuste o cureña, según su tamaño.
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